
Por: Julissa Alvarado
El duelo es uno de los procesos que más influyen y afectan la vida de las personas. Hablar de duelo en este tiempo de pandemia, es referir un escenario totalmente atípico, en donde está restringido llevar adelante los rituales acostumbrados de despedida. Abruptamente quedan las personas desprovistas de toda oportunidad para cerrar el ciclo.
Los rituales fúnebres cumplen un rol en el último adiós, puesto que le dan sentido y significado al hecho de la pérdida. Asimismo, permiten compartir y desarrollar sentido de pertenencia y cohesión social. No llevarlos adelante genera en las personas y sus familias, conductas desadaptativas como dolor prolongado, depresión, trastornos de pánico e inclusive brotes psicóticos.
Aceptar la muerte de un ser querido es un proceso largo y doloroso, como personal y único. No es fácil lidiar con la ausencia. El afrontamiento implica permitirse el tiempo necesario para asimilar lo sucedido. Ese tiempo estará en función de cada persona, según su personalidad, sus capacidades, sus aprendizajes y expectativas.
Es importante recurrir a ciertos recursos psicológicos, que nos permitan lidiar con el conjunto de síntomas físicos, emocionales y mentales que trae consigo la pérdida de un ser querido. Dejar fluir las emociones, es aconsejable. Algunas veces, las personas se muestran dispuestas a aceptar la muerte como un hecho natural, y en otras se duda, porque cuesta aceptar lo que ha sucedido, negándolo y resistiéndolo. La clave está en tener paciencia para devolver al ser el balance entre la elaboración del duelo y la vida diaria.
Para devolver el equilibrio al Yo integral (físico, psicológico/mental, espiritual y social), es necesario reconocer qué recursos internos están disponibles, tales como autoestima, capacidad de adaptación, flexibilidad ante situaciones críticas y estilos de afrontamiento. También es importante idear alguna forma simbólica para despedirse, sea en un ritual personal o colectivo. Cuidarse a sí mismo será también crucial, como no descuidar la alimentación y el tiempo de introspección personal. Si es difícil encaminar estas acciones, corresponde buscar ayuda, sea en amistades, familiares y por supuesto, profesionales que orienten el desarrollo de los recursos mencionados, para de esa manera, recuperar razones para continuar.