
Por: Daniel Vives Rivero
En un futuro hablaremos del año 2020 como uno de los periodos más recordados en la historia universal, y no es para menos, ya que hoy enfrentamos una pandemia que nos presenta efectos muy negativos a todo nivel y en diferentes zonas geográficas del mundo.
Estamos ante una situación sin precedentes, donde el protagonista es un virus muy letal, un “enemigo invisible” que se propaga rápidamente entre las personas. Podemos afirmar que esta pandemia del virus COVID-19 marca un antes y un después en nuestra historia.
El Perú no es ajeno a esta situación. Lamentablemente, las pérdidas de vidas humanas a la fecha ascienden a más de 4,500 personas y según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se proyecta un incremento a más de 13,000 personas fallecidas hasta agosto.
Desde el 06 de marzo de 2020, que fue el caso 0 en el Perú, hemos visto cambiadas nuestras vidas en el plano personal, académico, profesional, laboral y familiar. Definitivamente, la vida como la conocíamos, será diferente y si en algún momento retorna a la antigua normalidad podría ser en un muy largo plazo.
Las organizaciones también vienen sufriendo consecuencias en este contexto, con pérdidas económicas que han llevado a tomar decisiones drásticas como la reducción del personal y hasta declararse en estado de bancarrota. Están los casos de micro y medianas empresas hasta grandes corporaciones internacionales que se han visto afectadas. Ello, a pesar del apoyo desde los gobiernos con medidas para una gradual reactivación económica.
Lecciones a modo de aprendizaje
Desde YMCA Perú miramos el futuro con esperanza y optimismo, rescatando la posibilidad de tener una oportunidad de reinvención. Nuestro movimiento es consciente que es un momento complicado; sin embargo, con el liderazgo de su gente saldremos adelante.
La sostenibilidad de YMCA Perú se ha visto retada considerando la reactivación progresiva de su operación, de acuerdo a las disposiciones preventivas y la diversidad de programas y actividades que atienden necesidades acordes con la misión institucional.
Desde el pasado 16 de marzo que inició el confinamiento en el país, han transcurrido más de 80 días que van dejando lecciones a modo de aprendizaje, las cuales instan a sostener una nueva mirada del futuro de YMCA Perú, en el contexto de conmemoración de su primer centenario al servicio de la población peruana, las cuales me permito compartir:
• Concentración en una nueva programación: se ha colocado esfuerzos en la elaboración coordinada y organizada de un nuevo plan de trabajo con priorización de medidas que permitan a YMCA continuar con el servicio dirigido a la comunidad, con acciones de corto plazo, pero sin dejar de lado la visión estratégica.
• Constancia en la comunicación y el acompañamiento a los involucrados: se ha impulsado una comunicación cercana y efectiva con los diferentes públicos que atiende YMCA, sobre prevención, vida saludable y acciones que impactan en la comunidad. Una comunicación que también refleja acompañamiento y preocupación por la salud y el bienestar de sus miembros, entre asociados, voluntarios, suscriptores, comunidades educativas, usuarios en general, destinatarios y trabajadores.
• Apertura a la adaptabilidad e innovación de los servicios: estamos dispuestos a adaptarnos siempre con atención a nuestra misión, planificando servicios que sean sostenibles y nuevas formas de implementar acciones para lo que viene más adelante. Es un tiempo de cambios y el movimiento YMCA se prepara para adaptar su servicio a la nueva realidad.
• Motivación de un trabajo colaborativo y en unidad: tendremos mayor impacto y sinergia al conectar nuestra YMCA con otros movimientos, organizaciones locales, gubernamentales y privadas. Con una respuesta de trabajo unida, todos podremos aportar y colaborar desde diferentes roles. La participación activa permitirá compartir ideas, visiones y estrategias que fortalezcan el impacto de YMCA.
• Relevancia del sentido humano: La base cristiana de YMCA hace un llamado a nuestro sentido más humano. Al estar profundamente comprometidos con nuestra misión social, base de origen de nuestra organización, desplegamos sentidas acciones hacia quienes más lo necesitan.
Estas lecciones me demuestran que la organización debe mantenerse preparada ante cualquier reto. YMCA Perú, en estos cien años de vida institucional ha alcanzado una madurez que le permite un trabajo resiliente y motivador. Estoy convencido que será y continuará siendo una importante contribución a la sociedad, más aún en estos tiempos difíciles que nos toca vivir.