YMCA NEWS

YMCA ante la pandemia del COVID 19

Aislados pero conectados. No estamos solos.

 

Por: Miguel Enrique Pacora Luna

 

El impacto del nuevo coronavirus

 

Estamos viviendo una situación única. Acostumbrados a realizar las actividades que programamos y a contar con soluciones para diversos problemas, nos toca reconocer que nos encontramos ante un poder superior y más fuerte.

 

Nunca como hasta ahora nos hemos sentido parte de la misma humanidad, frágiles todos y bajo la misma condición, pues el virus no distingue entre edades, estratos sociales, género, credo o convicciones políticas. Seguimos con atención el número de contagios en el mundo entero, así como las cifras de fallecidos y recuperados. Refugiados en nuestros hogares, nos acompaña la preocupación sobre la salud de nuestros seres queridos y anhelamos que pronto termine esta situación. Compartimos el dolor de quienes pierden a sus familiares pues nos sentimos próximos y entendemos que también podría sucedernos.

 

La pandemia ha derivado en la pérdida de aquello que los seres humanos consideramos más importante. La comprensión sobre la libertad, la estabilidad económica, el dinero, el trabajo, la salud, el alcance de la ciencia, la familia y las formas de expresar la fe, entre otros, está en revisión. Estamos redescubriendo el valor de los lazos familiares, el afecto, el tiempo, la paciencia, la reflexión y los hábitos saludables. Nos preguntamos sobre lo que realmente cuenta en la vida.

 

Escuchamos que el mundo cambiará y que no seremos los mismos cuando la amenaza del virus termine. Queremos saber cuál es el impacto económico y social que seguirá y nos encontramos con proyecciones cuyas probabilidades son inestables porque las circunstancias también lo son. El mundo reconoce que no estaba preparado para una situación de emergencia como ésta. Incluso los países más desarrollados han mostrado sus limitados recursos y acciones erradas que han derivado en mayores contagios y decesos. Humildemente, las organizaciones públicas y privadas reconocen que no tienen soluciones definidas y que aprenden día a día.

 

El rol de YMCA

 

YMCA, enfocada en el servicio a la comunidad y en el desarrollo integral de las personas, ha cerrado sus sedes y detenido la ejecución de programas y actividades, acatando disposiciones gubernamentales. Sin embargo, nuestra misión nos mueve a tener un rol propositivo. En nuestro país, en América Latina y a nivel mundial hemos expresado nuestra prioridad por la salud y el bienestar de las personas que participan de nuestra oferta de programas, particularmente las más vulnerables, haciendo un llamado solidario para ayudar a quienes más lo necesiten. El aislamiento no nos impide estar en contacto y a pesar de estar recluidos en casa, no estamos solos, contamos con muchas voluntades y con la convicción de la acción de Dios, lo cual nos hace un movimiento que trasforma vidas y es capaz de transformarse para atender las actuales necesidades de personas y comunidades.

 

YMCA Perú mantiene contacto con los distintos miembros a través de las redes sociales o plataformas virtuales para proporcionarles información relevante y oportuna. Los maestros han pasado dos semanas acompañando a los estudiantes de nuestros colegios a través la plataforma virtual y en las próximas semanas desarrollarán módulos que permitan que el tiempo en casa cuente para logros de aprendizaje. Profesores e instructores de Educación No Formal han preparado actividades virtuales para brindar recursos saludables tales como manualidades, juegos y actividades físicas.

 

El equipo de Inclusión y Desarrollo Comunitario viene monitoreando a los participantes de los distintos programas a nivel nacional en Lima, Trujillo y Arequipa, brindándoles contención psicológica, espiritual y legal. YMCA sigue facilitando alimentos para los niños menores de 5 años en Arequipa, así como también aporta a la alimentación de quienes no podrán acceder a la subvención del gobierno y que se encuentran entre los más vulnerables.

 

El equipo de Misión y Voluntariado viene ofreciendo recursos de reflexión y espacios de oración que animen una actitud positiva ante la preocupación o el miedo, alimentando la esperanza y la solidaridad. Están en curso coordinaciones con órganos del Estado a fin de desarrollar acciones voluntarias según necesidades específicas.

 

El programa de celebración del Centenario ha sido reformulado, posponiendo los actos centrales para mayo de 2021. La sesión solemne con asociados básicos, la graduación de líderes y el encuentro internacional de Jóvenes quedan en fecha por confirmar. En los próximos días, semanas y meses, tocará afrontar los efectos de la pandemia, proponiendo acciones renovadas.

 

Insistir en que no estamos solos, tiene el valor de recordarnos que contamos con amigos y aliados de YMCA. Nos recuerda también que convivimos en una comunidad mayor que nuestras ciudades y naciones. Nos recuerda además que nos acompaña, con la fuerza del Espíritu, la acción redentora de Jesucristo y la misericordia del Padre. Nos da esperanza y la convicción de que tras la prueba oscura y el dolor, sigue la luz y la vida.

 

Líderes para la transformación

 

Los miembros de YMCA debemos convertirnos en agentes de una cultura de prevención y promoción de hábitos saludables, físicos, mentales y espirituales, enfocados en la superación de temores y la separación -proclives a la exclusión-, a favor de la inclusión, el respeto, el cuidado de unos a otros y la solidaridad. Bajo esta perspectiva, los trabajadores de YMCA tendrán que desarrollar habilidades para el desarrollo de renovados programas. Nuestro voluntariado, particularmente joven, tiene la oportunidad de extender espacios de servicio y encuentro.

 

Al cumplir nuestro primer centenario es propicio proyectar los desafíos que afrontaremos en los próximos años. Con un nuevo Plan Estratégico y frente a las necesidades globales, disponemos de una gran oportunidad para renovar nuestro compromiso con la misión YMCA, dando prioridad al empoderamiento. YMCA requiere de nuevos líderes, trabajadores y voluntarios; mujeres y varones, jóvenes y adultos, quienes sostengan la labor, y cuenten con habilidades de gestión eficaces que contribuyan al movimiento. YMCA requiere desarrollar una cultura ética sólida, basada en el respeto de todas las personas, en formas de comunicación y acción coherentes, atenta a demandas sociales internas y externas; e inspirada en el discipulado cristiano laico.

 

Los líderes del momento presente estamos llamados a iniciar esta transformación.