
Por: Miguel Enrique Pacora Luna
El próximo 17 de mayo, concluye la cuenta regresiva que nos coloca cronológicamente a 100 años de presencia en el Perú, la cual se ha fortalecido a través de servicios orientados al bienestar y la salud, la difusión de la práctica deportiva y el uso del tiempo libre, así como el desarrollo de campamentos, en un ámbito de trabajo conocido como Educación No Formal. Con este propósito, inauguramos la sede de Surco y ampliamos el campamento de Azpitia.
Desde la Educación Formal, hemos desarrollado una propuesta educativa con el sello YMCA en el ámbito escolar, ofreciendo educación de calidad en los niveles de inicial, primaria y secundaria, a través de los colegios Abraham Valdelomar (Pueblo Libre) y Aurelio Miró Quesada (Rímac); en Jesús de Nazareth (La Victoria), se ofrece los dos primeros niveles.
Asimismo, YMCA ha desplegado proyectos y programas de Inclusión y Desarrollo Comunitario, destinando recursos para atender a poblaciones vulnerables en Lima, Trujillo y Arequipa. Infantes, niños, jóvenes, mujeres y familias han sido parte de servicios que han mejorado su calidad de vida, bajo los enfoques del desarrollo humano, el empoderamiento, el emprendimiento y la inclusión.
El fortalecimiento del voluntariado ha sido también una característica de la responsabilidad social y la solidaridad de YMCA, desplegando acciones significativas ante emergencias, campañas de procuración de fondos y la formación de voluntarios, especialmente jóvenes. Los dirigentes de YMCA, comprometidos con la Misión, han dado pasos consistentes para la sostenibilidad y extensión, así como para el fortalecimiento de nuestra identidad cristiana, laica y ecuménica.
Giro en los planes
Nos preparábamos a celebrar 100 años de gratitud y satisfacción por ser conocidos como movimiento cristiano, ecuménico y voluntario que construye una sociedad más digna; comprometido en el desarrollo integral de hombres y mujeres, preferentemente jóvenes. Llegábamos también convencidos de que 100 años nos dejan muchas lecciones aprendidas y que debíamos establecer nuevos desafíos y una visión actualizada de nuestra presencia en el país: extensión en el territorio nacional, incidencia juvenil y voluntaria, mayor participación en los espacios públicos, fortalecimiento del talento profesional y voluntario, posicionamiento de la misión integral YMCA y sostenibilidad financiera.
La pandemia de COVID-19 ha cambiado radicalmente nuestros planes. Nos ha obligado al aislamiento social y la suspensión de servicios, pero también a la postergación de las actividades por el centenario y a su reducción. Esto frustra las expectativas iniciales, la ilusión por el reencuentro, los reconocimientos y los momentos protocolares con la presencia de amigos de diferentes partes del mundo.
Una característica actual es la incertidumbre. Se nos anuncia el impacto económico que podría extenderse hasta por una año o quizás más; no tenemos claridad sobre la cura de la enfermedad o la disposición de una vacuna, y aunque en el país actualmente estamos conteniendo la propagación del virus, se sabe que seguirán meses con riesgo de contagio. Lo más claro hoy es que la superaremos trabajando en conjunto, aprendiendo unos de otros y colaborando en un propósito común.
¿Qué implica para YMCA?
La mejor comprensión del presente y del futuro es considerar la(s) oportunidad(es). Requerimos de realismo y responsabilidad para aprovechar los recursos a disposición, a fin de proyectar y trabajar coordinadamente. El centenario nos ponía frente a un reto ineludible: la transformación de cara al futuro. Llegamos convencidos de la necesidad de decidir por cambios importantes.
YMCA Perú ha identificado prioridades claves en la gestión de la reinvención:
- La gente y sus necesidades. Somos un movimiento y nuestra esencia son las personas, quienes se vinculan a YMCA atraídos por nuestra forma de ser y servir. Esto implica, un interés por la salud y el bienestar de los miembros de YMCA: asociados, voluntarios, suscriptores, comunidades educativas, destinatarios y trabajadores. Una atención particular merecen las múltiples necesidades de las poblaciones vulnerables y las poblaciones. Las necesidades de los jóvenes cobran particular relevancia en este momento de restricciones.
- Sostenibilidad. La reactivación de nuestra operación será progresiva. Seguiremos en trabajo remoto y en encuentro virtual hasta que las autoridades permitan la reapertura de nuestros centros. El impacto económico de este año nos afectará. YMCA reorganizará sus recursos, orientando sus servicios a necesidades específicas. Será conveniente una planificación de corto alcance, atenta a los cambios frecuentes de contexto y luego ajustar para ampliarla progresivamente a mediano y largo plazo. La innovación cobra un valor mayor; mejorando el uso de las TIC para el desarrollo de los programas así como el diseño de servicios que respondan a las nuevas necesidades
- Networking. El impacto de la globalización es muy claro, no solo en la propagación del virus sino también en cómo afrontarlo. YMCA ha tenido la oportunidad de compartir aprendizajes dentro de las redes de trabajo en América Latina y la Alianza Mundial de YMCA, compartiendo ideas, visiones y estrategias que nos ayuden en los desafíos nacionales pero también los referidos al continente, ante necesidades sociales comunes.
- Comunicación efectiva. La proximidad y el vínculo afectivo y efectivo con los distintos grupos de interés de YMCA requiere comunicar orgánicamente a través de canales adecuados. YMCA tiene la responsabilidad de contribuir con orientación oportuna para la prevención del contagio. No es de menor importancia dar a conocer el impacto que tenemos en las comunidades y definir la imagen con la que queremos ser reconocidos.
Una transformación necesaria
En el camino de la reinvención hay mucho por hacer, seguirán otros 100 años. La transformación de YMCA incluye un cambio en la cultura organizacional, el desarrollo de competencias de voluntarios y trabajadores, y el uso de herramientas adecuadas de gestión. Un cambio profundo y personal, nos compromete, con actitudes renovadas en torno a la crítica constructiva, el trabajo en equipo y el respeto de las personas como la forma más concreta de honrar la misión YMCA y como resultado de nuestra profunda convicción por el valor de la unidad y nuestra fidelidad al Maestro, como George Williams lo dejó como legado.
Así, llegaremos a una transformación del liderazgo, caracterizado por ser ético y solícito al llamado del prójimo a través del cual nos convoca Dios. YMCA requiere de nuevos líderes y lideresas que acojan la misión YMCA como una vocación y ofrezcan lo mejor de sí. La responsabilidad de quienes actualmente compartimos el liderazgo en YMCA es hacerlo realidad.